Los expositores agradecen el esfuerzo de Feria de Zaragoza por atraer a casi un centenar de delegaciones comerciales e impulsar las ventas en el exterior ante un mercado nacional decaído
Estos días, en Feria de Zaragoza se compra, se vende, se come, se bebe, se cata, se disfruta... y se habla idiomas. Un centenar de delegaciones comerciales, procedentes de 18 países, visitan la cuarta edición de Qualimen en busca de alimentos exquisitos que dar a conocer en destinos lejanos. El vino, el aceite y el jamón son los más codiciados, y sus productores se frotan las manos a la vista de un negocio que en el mercado nacional se resiste por la crisis.
En el pabellón 1, Carmen, de bodegas Obergo (Somontano), ofrece un par de copas de vino a dos importadores de Hong Kong. Su gerente, Joaquín Vidal, repasa la colección de tarjetas de visita que acumula en lo que va de feria. "Tengo de México, de China, de Alemania, de China, de Bélgica, de China...", bromea antes de ponerse serio. "Es el mercado más a tener en cuenta junto con Estados Unidos. Hay que vender fuera. Querer vender en España es como pegarte cabezazos contra la pared", reconoce. Puede presumir de que el primer día ya cerró un pedido con un importador sueco, pero se lamenta de que, desde que se establece un primer contacto en la feria hasta que el pedido fructifica, pasan al menos doce meses. "Hay países con una burocracia excesiva", denuncia.
ENLACE:
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=651748
Estos días, en Feria de Zaragoza se compra, se vende, se come, se bebe, se cata, se disfruta... y se habla idiomas. Un centenar de delegaciones comerciales, procedentes de 18 países, visitan la cuarta edición de Qualimen en busca de alimentos exquisitos que dar a conocer en destinos lejanos. El vino, el aceite y el jamón son los más codiciados, y sus productores se frotan las manos a la vista de un negocio que en el mercado nacional se resiste por la crisis.
En el pabellón 1, Carmen, de bodegas Obergo (Somontano), ofrece un par de copas de vino a dos importadores de Hong Kong. Su gerente, Joaquín Vidal, repasa la colección de tarjetas de visita que acumula en lo que va de feria. "Tengo de México, de China, de Alemania, de China, de Bélgica, de China...", bromea antes de ponerse serio. "Es el mercado más a tener en cuenta junto con Estados Unidos. Hay que vender fuera. Querer vender en España es como pegarte cabezazos contra la pared", reconoce. Puede presumir de que el primer día ya cerró un pedido con un importador sueco, pero se lamenta de que, desde que se establece un primer contacto en la feria hasta que el pedido fructifica, pasan al menos doce meses. "Hay países con una burocracia excesiva", denuncia.
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